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tiene varios invitados. Su identidad será mantenida en el anonimato por
cuestiones de seguridad.
Ocurrió: Mayo, 2015
La primera vez que lo noté estábamos en Pasaje del sol. Dulce tocaba una de esas formaciones milenarias con una
concentración que daba miedo interrumpir. Pasaba la mano con una suavidad
propia de quien está prestando mucha atención. Se me ocurrió que a lo mejor
entendía de geología más que el resto. En ese momento, apenas si nos
conocíamos. La segunda vez, estábamos arriba de un avion. Debíamos haber estado
hablando de cualquier cosa, pero mis ojos se desviaron hacia sus dedos. Dulce
estaba palpando una de esas mantitas que reparten las azafatas. Mientras ella
seguía hablando, yo no podía dejar de observarla. Es cierto que esas frazadas
son muy suaves, pero parecía que ella estuviese leyendo algún código braille
impreso en el polyester. La tercera vez no me aguanté. Dulce caminaba muy cerca
de la pared, rozando todos los azulejos de Aveiro con la yema de sus dedos. No
llegué a increparla. Nuestras miradas se chocaron y empezamos a reír.
Anticipando mi pregunta, se defendió, entre risas y vergüenza. “Bueno Pepe,
¿qué quieres? ¡Me encanta tocar todo!”. Se me despejaba el panorama, claro,
pero semejante confesión hizo estallar aún más las risas. Ahí empecé a notar
que mientras sus ojos viajan a la par de sus pies, los dedos de Dulce bucean
otros horizontes. A veces, confieso, me ponía incómodo. “Se mira y no se toca”
fue el estandarte de mi infancia, y ser testigo de cómo Dulce iba por la vida
rompiendo esa barrera me generaba inquietud. Después pensé en que, creciendo en
una clínica, el pecado era aún más terrible. También lo era su espontaneidad.
No le importaba si eran cuadros, azulejos, montañas o árboles. Para completar
su percepción, Dulce tenía que acariciarlos.
Al final, ella se acostumbró a mis miradas
inquisidoras y yo me acostumbre a su desparpajo dactilar. Ella tocó todo un
poco menos, yo toqué todo un poco más. Le prometí que nunca iba a contar esto.
Y ella me creyó sabiendo que, al final, este día llegaría.
Dulce Ramos, señoras
y señores es una toquetona.
Hace dos años me enviaron esto anónimamente por mail, y hasta la fecha
sigo sin saber quién.
Esta es Dulce, nos conocimos en el cumpleaños de un amigo que teníamos
en común, empezamos a hablar y a los dos meses ya estábamos viviendo juntos.
Dulce era muy dulce y cariñosa y divertida, también era invisible. No invisible
en plan el amigo invisible que un niño pequeño se inventa para no estar solo.
No, ella era una persona totalmente normal solo que no se le podía ver,
aunque era perfectamente perceptible por todos los demás sentidos.
Según me dijo no había sido invisible toda su vida, fue a partir de los
doce años que se volvió así, alguna vez le pregunte que paso para que de
repente dejara de verse pero siempre intentaba cambiar de tema se ve que no le
gustaba mucho hablar de aquello, a mí nunca me importo, de hecho me pasaba el
día grabándola. Estaba tan enamorado de ella. Dulce no tenía amigas,
lógicamente era imposible criticarla a sus espaldas porque nunca podías estar
del todo seguro que no estuviera presente, y para qué va a ser una chica amiga
de otra que nunca podrá criticar?
Dulce tenia hipermetropía no veía un pimiento de cerca, siempre pensé
que igual por eso ella le daba poca importancia a lo de ser invisible porque
técnicamente para ella todo el mundo era invisible, a mí me encantaba salir con
ella por la noche, porque si nos hartábamos de la gente con la que estábamos
podía decir Dulce se encuentra mal, no puedes verle la cara pero si pudieras
verías que tiene un chichón en el parpado, podías decir lo que fuera. Una vez
dijo nos vamos me eh tragado un cuchillo sin querer, fue muy divertido, luego
resulto que era real; pasamos la noche en el hospital. A mí no me gustaba
quedar con otras personas para salir, muchas veces acabábamos jugando a las
películas y nosotros siempre perdíamos! Lógicamente porque Dulce no sabía
nada de cine y nunca acertaba a cual yo representaba. Dulce trabajaba de
telefonista.
A mí siempre me pareció una tontería porque tenía el único trabajo que
daba exactamente igual que fuera o no invisible yo le decía que debía ser espía
o ladrona de joyas o algo así, pero ella decía que no, que con lo mal que están
las cosas quería un trabajo que pudiera conservar si de repente perdía la
invisibilidad. Una vez trabajo en un confesionario de automóviles, cuando
alguien se acercaba a un coche ella se ponía detrás de él y le susurraba:
“compételo sabes que lo quieres, sabes que te lo mereces” como si fuera la
conciencia de la persona o algo así. Acabo dejando el trabajo; porque no
le parecía “ético” aun así consiguió vender 5 monovolúmenes 12 descapotables y
que 3 personas fueran a un psiquiátrico. Recuerdo que tuve que dejar de jugar a
los dardos cerca de ella por razones obvias. Me encantaba ir con ella a
discotecas llenas de gente y acercarnos a la barra y intentar pedir algo porque
ahí los camareros hacían que yo también pareciera invisible y en esos instantes
me sentía más unido a Dulce que nuca. Nunca jamás se lo dije. Ella siempre
pensó que simplemente pensó que me gustaba ir a discotecas lo cual hace que
valore más aún que me quisiera. Dulce era muy cariñosa siempre me estaba
acariciando, yo no podía devolverle las caricias tenía miedo de ir a tocarla y
meterle un dedo en el ojo. Dulce lo tenía todo, era simpática, tierna, graciosa
y campeona mundial de escondite, ganaba todos los años! solo perdió una
vez cuando tenía gripe y la encontraron por los estornudos. Yo era tan feliz
junto a Dulce, que un buen día sin saber cómo y porque comencé a verla! Podía
verla sonreír o mirarme! Podía ver su cabello sus ojos sus manos! Era preciosa!
Fue justo en ese instante cuando me di cuenta que Dulce era la mujer de
mi vida, de que quería pasar el resto de mis días a su lado, que ella sería la
madre de mis hijos.
Desgraciadamente los médicos no estaban de acuerdo, nos dijeron que era
demasiado arriesgado, que el niño saldría parcialmente invisible y que esa
invisibilidad podría afectar por ejemplo a la piel, por lo que al bebe se le verían
todos los órganos de dentro, y algo así le crearía un trauma. Aquello destrozo
a Dulce, estaba tan triste que por semanas no salía de la cama, no quería
charlar ni comer ni ver la tele. Yo no podía verla así. Literalmente digo, en
momentos volvía a ser incapaz de verla y un buen día sin poder nada para
evitarlo Dulce se fue.
Yo tarde 2 semanas en darme cuenta, pensaba que simplemente no quería
hablarme y que me evitaba. Pero no. Hacía tiempo que ya no estaba en casa. Pase
meses llamando cada noche a atención al cliente con la esperanza de que algún
día al otro lado de la línea fuera su voz la que me contestara! pero fue inútil
y acabe por rendirme. Pero eso no quiere decir que te haya olvidad Dulce. Te
recuerdo cada día, recuerdo tu cabello, tus ojos, tus manos, así que si estás
viendo esto vuelve, vuelve a mi lado Dulce, aunque sea por tan solo un segundo
porque no te puedes imaginar las ganas que tengo de verte.
Mándame algo que vivimos juntos a mi mail para que aparezca aquí.